La espera que más desespera: citas médicas en hospitales publicos

¿Alguna vez has esperado algo tan esencial que el tiempo parece detenerse? ¿Te has preguntado qué se siente depender de un sistema que, lejos de cuidar, te empuja al olvido?

Son las cuatro y media de la mañana en Arequipa. El cielo aún guarda su manto de estrellas, y el frío se cuela hasta los huesos. En la entrada del Hospital Goyeneche, una fila de cuerpos en silencio comienza a tomar forma. No hay protestas, no hay gritos, solo resignación. Mujeres con mantas hasta el rostro, abuelos con bastones temblorosos, padres que cargan a sus hijos dormidos. Nadie quiere estar ahí pero todos necesitan estar.

En medio del silencio, una joven se pregunta en voz baja si esta vez logrará conseguir la dichosa cita. Ha venido cuatro veces: “Sí, cuatro”. La primera vez no hubo sistema. En la segunda el médico se había ausentado. En la tercera no encontró a quién entregar su referencia. Y hoy… ¿hoy será distinto?, ¿la cuarta será la vencida? 

En el Hospital Honorio Delgado el panorama es igual de desolador. Es el hospital más grande de la región; y sin embargo, cada día se convierte en un laberinto de pasillos saturados y puertas que no se abren. La torre de endoscopia lleva meses inoperativa. La gastroenterología está paralizada. “No hay equipo, no hay presupuesto, no hay técnico que lo repare”, repite una voz al fondo del corredor.

¿Puede un médico salvar una vida sin herramientas?

No es un caso aislado. El Hospital de EsSalud, que atiende a miles de asegurados, también sufre con la sobredemanda. Las citas pueden tardar meses, algunos especialistas solo atienden un par de veces por semana. ¿Y si tienes una dolencia urgente? Solo queda esperar o pagar.

El hospital de Majes, de Camaná, los centros de salud en Cerro Colorado, Socabaya, Cayma, todos comparten una misma historia: pocos médicos, escasez de equipos y una población cada vez más grande, más enferma, más frustrada.

Según los reportes regionales Arequipa necesita al menos 500 médicos especialistas más. Las áreas más críticas son: cardiología, endocrinología, reumatología, oncología. Muchos se van, otros ni llegan. ¿Por qué trabajar en un hospital sin lo necesario, donde los pacientes se te multiplican pero las condiciones nunca mejoran?

Y mientras tanto, en otro punto de la ciudad, a solo 15 minutos del Honorio Delgado, un edificio blanco y brillante ofrece otra historia: un hospital privado.

En la clínica Arequipa, San Juan de Dios o Auna, el ambiente es otro. No hay colas al amanecer. Hay citas con hora exacta. Hay médicos que no corren, sino caminan. Hay equipos relucientes, aire acondicionado, música instrumental. Hay respeto, trato digno, soluciones rápidas pero también hay un precio que muchos no pueden pagar.

¿Se ha vuelto la salud un privilegio?

Así vive Arequipa, entre dos mundos. Entre el sistema público colapsado y el privado que solo abraza a quienes pueden permitírselo. Entre hospitales donde la espera duele más que la enfermedad, y clínicas donde el alivio depende de tu billetera.

Porque en los hospitales públicos de Arequipa la salud aún es una moneda lanzada al aire. Y nadie te asegura que caiga del lado que necesitas.