Arequipa cierra su Plaza de Armas por carnavales ¿Prevención o incapacidad de gestión?

Desde el mediodía de hoy, 7 de marzo, la Municipalidad Provincial de Arequipa (MPA) cerró el acceso a la Plaza de Armas como parte de su plan para evitar desórdenes durante los carnavales. La restricción se mantendrá hasta el domingo 10 de marzo a las 10 p. m., una decisión que genera críticas por su impacto en el turismo y el comercio de restaurantes y fotógrafos de la zona.

Esta decisión parece ser más un reflejo de la falta de control sobre el espacio público que una medida efectiva de seguridad. La Plaza de Armas ha sido tomada en múltiples oportunidades por ambulantes sin que la municipalidad logre una solución permanente. En lugar de implementar estrategias de ordenamiento y fiscalización efectivas, la gestión ha optado por la solución más extrema: prohibir el acceso a todos, afectando tanto a turistas como a comerciantes.

La justificación del cierre seria los videos difundidos en las redes sociales donde, apenas cinco personas ingresaron a la pileta central de la Plaza de Armas para jugar con agua y espuma sin que ningún sereno, policía municipal o efectivo de la PNP interviniera para retirarlos. La escena generó indignación entre los presentes, quienes, al ver la inacción de las autoridades, terminaron lanzándoles espuma en aerosol para que salieran por su cuenta.
Más allá del impacto en el turismo y el comercio, esta medida refleja una gestión que parece resignada a cerrar espacios en lugar de administrarlos correctamente. La Plaza de Armas no es solo un símbolo de la ciudad, sino un espacio público protegido por la Ley N° 31199, que garantiza el libre acceso de los ciudadanos. En otras ciudades del país, como Lima, ya se han denunciado restricciones similares que vulneran el derecho de la población al uso de espacios públicos.

Si la autoridad edil considera que la única manera de evitar el desorden es cerrando la Plaza de Armas, ¿qué mensaje está enviando sobre su capacidad de gobernar la ciudad? En lugar de implementar estrategias de seguridad, prevención y fiscalización, esta gestión ha optado por una medida desesperada que evidencia su falta de control sobre el centro histórico.